En Paz con Dios
(Primer Domingo de Cuaresma: Génesis 9:8-15; 1 Pedro 3:18-22; Marcos 1:12-15)
El sustantivo “arco” aparece 77 veces en el texto hebreo del Antiguo Testamento. Siempre se refiere a un arma de guerra, aun en la primera lectura de hoy. Pero Dios dice que pondrá su arco en las nubes como un recordatorio de la alianza entre Él mismo y la humanidad, una alianza de paz.
Después del diluvio, Dios había hecho una promesa: “Nunca más volveré a destruir a los seres vivos como lo he hecho”. Él estaba entonces renunciando a la violencia con la que había aniquilado a todos, excepto a ocho personas sobre la tierra.
Esto explica el porqué de este pasaje del Génesis es la primera lectura en la Misa de la Fiesta de Nuestra Señora de La Salette. Uno podría preguntarse si el Obispo de Bruillard tenía este mismo texto en mente cuando escribió a cerca de los Misioneros de Nuestra Señora de La Salette: “Su institución y existencia serán, así como el Santuario, un monumento eterno, un recuerdo perpetuo, de la misericordiosa aparición de María.”
Hay muchos pasajes de la Escritura después del relato de Noé, en los cuales Dios lucha con las armas de su pueblo, y el Salmo 24 dice que Dios es “poderoso en los combates”; pero el Salmo 46 presenta una imagen diferente. Dios “elimina la guerra hasta los extremos del mundo; rompe el arco, quiebra la lanza … (Diciendo) Ríndanse y reconozcan que yo soy Dios.”
“Ríndanse” puede variablemente ser traducido como soltar, parar, desistir. No es tanto una invitación a quedarse quietos como una llamada a volver atrás ante los hechos de guerra y violencia”
“Reconozcan que yo soy Dios” significa darnos cuenta, reconocer y, sobre todo, respetar a Dios. Este es un elemento importante en las palabras de la Bella Señora. Ella dos veces se lamenta del mal uso del nombre de su Hijo y de no dar a Dios la adoración que le corresponde.
Hoy, el Evangelio de Marcos no da detalles acerca de las tentaciones de Jesús en el desierto, pero sabemos de ellas por medio de Mateo y Lucas; allí encontramos que Jesús es muy firme en cuanto a la importancia de adorar solamente a Dios.
Existe siempre la tentación de olvidar quien es Dios y quienes somos nosotros. Esto no quiere decir que nosotros no seamos importantes. Al contrario, Dios nos dice, “Yo, el Señor, soy tu Dios... tu eres valiosos a mis ojos” (Isaías 43:3-4). Estamos destinados a estar en paz con Dios. Ese es el mensaje que está en el centro mismo del mensaje de La Salette.
Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.