Carta - Páscoa 2024
Santa Páscoa 2024 “Nosso Redentor ressuscitou dos mortos: cantemos hinos ao Senhor nosso Deus, Aleluia”   (Da liturgia) Queridos irmãos, com a chegada da Santa Páscoa, gostaria de chegar idealmente a cada um de... Czytaj więcej
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El Propósito de la Vida
(Quinto Domingo el Tiempo Ordinario: Job 7:1-7; 1 Corintios 9:16-23; Marcos 1:29-39)
“Ay de mí”, escribe San Pablo, “si no predicara el Evangelio”. No se está quejando, sino simplemente afirmando el hecho de que esta responsabilidad, puesta sobre él sin siquiera haber sido consultado, se convirtió para él en el propósito que consume su existencia.
Jesús dice algo similar: “Para esto he venido” refiriéndose a su predicación.
Job nos lleva al otro extremo. Su vida se ha convertido en una carga pesada, y no encuentra ningún propósito en ello. No espera poder experimentar de nuevo la felicidad.
Las lágrimas de María en La Salette, tan bella y poderosa imagen, son preocupantes en algún modo. Pueden hacernos arrepentir de nuestros pecados; lo cual es bueno. Pero algunos se preguntan, cómo puede ser que María en el cielo, pueda experimentar la desdicha.
Y, sin embargo, ella habla del dolor que la infidelidad de su pueblo le causó personalmente. “¡Hace tanto tiempo que sufro por ustedes! … y ustedes no hacen caso… nunca podrán recompensarme por el trabajo que he emprendido en favor de ustedes. ” Más que un signo de desdicha, sus lágrimas son un signo de su compasión, compasión que ella no pudo haber dejado en el cielo.
La suegra de Pedro puede ayudarnos a entender la situación. Una vez curada, ¿qué es lo que hace? Se pone a servir a Jesús y a sus compañeros. En su enfermedad ella estaba, por así decirlo, esclavizada y sin propósito. El Señor la restauró en su dignidad como señora de la casa. Su honor reside en honrar a sus huéspedes. Probablemente lo mismo podría decirse de todas las personas que Jesús curó aquel día. Especialmente aquellas a quienes liberó de los demonios.
El propósito de la Bella Señora es el mismo; restaurarnos a nuestra dignidad como cristianos. Ella vino a hablar a aquellos que eran católicos solamente de nombre – incluyendo a Melania y Maximino. ¡¿ Eran acaso siquiera consientes de las promesas hechas por ellos en el bautismo?
Podríamos juntar y parafrasear a San Pablo y al mensaje de La Salette diciendo, “¡Ay de mí si no vivo el Evangelio!” María enumera los “Ays” (sufrimientos) de su pueblo, consecuencia de su indiferencia religiosa.
En 1980, San Juan Pablo II les lanzó un desafío a los cristianos de Francia: “Francia, la hija mayor de la Iglesia, ¿eres fiel a tus promesas bautismales?
Verdaderamente, ¿Que propósito pueden los cristianos encontrar no viviendo ni practicando su fe?
Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.

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Lo Nuevo y lo Antiguo
(Cuarto Domingo del Tiempo Ordinario: Deuteronomio 18:15-20; 1 Corintios 7:32-35; Marcos 1:21-28)
Jesús fue, por decir lo menos, una personalidad interesante, un fenómeno. La gente estaba asombrada por su poder y la autoridad con las que presentaba una nueva enseñanza.
En nuestra segunda lectura, nos encontramos una específica y nueva enseñanza, una novedosa idea presentada por San Pablo. Él pensaba que era mejor no casarse, y de ese modo dedicarse personalmente más a agradar a Dios que a agradar a una esposa o un esposo.
Eso era hace ya casi 2000 años. Mientras que la mayor parte de los escritos de San Pablo son normativos para la fe cristiana. Su idea sobre el matrimonio realmente nunca pegó fuerte. Las enseñanzas de Jesús, por supuesto que han estado vigentes por un muy largo tiempo. En un sentido, las Buenas Nuevas ya no lo son más.
Cuando María les dijo a Maximino y Melania, “Estoy aquí para contarles una gran noticia” Ella realmente no tenía nada nuevo para decir, pero lo que ella tenía para decir era de vital importancia, aun sin ser nuevo. Su mensaje se hace eco de las Buenas Nuevas, como también del Antiguo Testamente. Pero ella no solo repitió las enseñanzas de la Biblia; ella quiso que nosotros las escucháramos de una manera nueva. Aquí está el enfoque profético.
Si leemos a Isaías, Jeremías y Ezequiel, encontraremos un mensaje muy similar, pero el lenguaje y la personalidad de cada uno de estos profetas es diferente. ¡Cuán cierto también es esto con respecto a la Bella Señora!
Podríamos razonablemente esperar alguna similitud entre sus palabras y las Lamentaciones de Jeremías, y así la trágica imagen de niños muriendo se nos presenta con bastante frecuencia. En Jeremías 14,17 leemos, “Que mis ojos se llenen de lágrimas, día y noche, sin descanso” Esto nos hace evocar no solamente el llanto de María sino también las oraciones que sin cesar ella hace por nosotros.
Con todo, ciertas dimensiones de la Aparición son únicas: los inusuales elementos en la vestimenta de María, su elección de los testigos. La novedad de su mensaje yace en la directa aplicación a los acontecimientos del tiempo vigente. Los críticos dicen que las papas no son un asunto apropiado como para que la Santísima Virgen se refiera a ellas. Bastante cierto, en lo abstracto, quizá, pero las papas y el trigo representaban la vida para su pueblo, así que constituían una manera efectiva de captar la atención de aquel pueblo.
La “nueva enseñanza” de Jesús es antigua pero no vieja, nunca pasada. La Salette nos hace recordar la importancia de encontrar nuevas y más efectivas maneras de anunciarla.
Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.

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Mensaje Urgente
(Tercer domingo del Tiempo Ordinario: Jonás 3:1-10; 1 Corintios 7:29-31; Marcos 1-14-20)
A lo largo de los siglos, mucho más de cien fechas fueron predichas para el fin del mundo por un número interesante de personas: San Martin de Tours, el Papa Silvestre II, el artista Sandro Botticelli, Martin Lutero, Cristóbal Colón, y una horda de famosos o desconocidos pronosticadores. Ninguna de esas profecías se cumplió. ¡La más reciente fecha predicha fue hace solo cuatro meses!
Jonás entra dentro de esta categoría. Él era un profeta verdadero, enviado por Dios, para proclamar ante los ninivitas que su tiempo llegaba a su fin. Pero en el capítulo 4 del libro de Jonás, el profeta culpa a Dios por haberlo enviado y hacerlo pasar por un tonto. Él sabía desde el principio, y lo reclama, que fallaría y que Dios se echaría atrás con el castigo con el que había amenazado.
Pablo escribe diciendo que el tiempo se acaba. María de La Salette dice: “Si mi pueblo no quiere someterse, me veré forzada a dejar caer el brazo de mi Hijo, es tan fuerte y tan pesado que no puedo sostenerlo más”. Ambos parecen hablar con una cierta urgencia amenazante.
Podemos decir que María en La Salette esperaba la misma clase de fracaso por el que Jonás pasó. Ella no quería que sus predicciones sobre el hambre y la muerte de los niños se cumplan. Ella nos ofreció una alternativa. ¡Nunca es tarde! La transformación es siempre posible.
Jesús da comienzo a su ministerio público proclamando un tiempo de cumplimiento y llamando a su pueblo al arrepentimiento. No hay nada amenazador en esto. Aun así, Jesús está anunciando el fin del mundo – ¡tal como lo conocemos! Un tiempo de transformación ya llega. Esto es lo que San Pablo quiere decir cuando escribe que “El mundo en su forma actual está pasando”
No tenemos manera de saber por qué Simón, Andrés, Santiago y Juan dejaron todo para seguir a Jesús. Una cosa es cierta: era el fin de su mundo tal como ellos lo habían conocido. Convertirse en discípulos de Jesús cambió dramáticamente sus vidas en toda forma imaginable.
Para nosotros, como para ellos, el encuentro con Cristo nos cambia inevitablemente, y no solamente una vez sino una y otra vez. Pero a veces nos resistimos al cambio y necesitamos ser llamados o desafiados nuevamente. Es ahí donde el mensaje de La Salette encaja. Nos hace falta una Bella Señora, o alguien que la ama, para hacerlo conocer.
Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.

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La Traducción
(Segundo Domingo del Tiempo Ordinario: 1 Samuel 3:3-19; 1 Corintios 6:13-20; Juan 1:35-42
Tres veces en el evangelio de hoy, Juan nos dice lo que una palabra en hebreo significa. Por lo tanto, podemos concluir que su auditorio no estaba familiarizado con dichas palabras, y que el consideró importante o al menos útil conocerlas y entenderlas. Hay muchos casos similares en el Nuevo Testamento, el más notable es el grito de Jesús en la Cruz: Eli, Eli, lama sabachthani (Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?)
Nuestra Señora de La Salette, observando que en un momento los niños parecían estar confundidos, dijo, “¿No comprenden hijos míos? Se los voy a decir de otra manera.” Luego tradujo lo que había dicho anteriormente, una o dos oraciones, en el dialecto de los niños, continuó hablando de esa manera hasta el mismo final de su mensaje. Ella, también, conocía la importancia de entender.
En la primera lectura, el anciano Elí le explicó al joven Samuel la naturaleza de la voz que estaba oyendo, y la importancia de escucharla. Después de aquel acontecimiento, el joven se convirtió en uno de los más grandes portavoces de Dios. Discerniendo e interpretando la voluntad de Dios para el pueblo y sus gobernantes.
San Pablo sin usar la palabra, se enfrenta con un tipo de traducción diferente, no de un idioma a otro, sino de la teoría a la práctica o, mejor, de la fe a la vida. Les recuerda a los Corintios que ellos se han transformado en templos del Espíritu Santo, y que deben actuar en consecuencia. En otra parte escribe que a causa del mismo Espíritu podemos llamar a Dios Abba. Aún en el hebreo moderno, ese es el nombre con el cual los niños llaman a su padre.
En La Salette, la Bella Señora lamenta que su pueblo haya fallado al hacer la traducción de su herencia cristiana a una manera de vivir cristiana, esa vida que a veces es llamada simplemente “el Camino” en los Hechos de los Apóstoles.
Esta reflexión me da la oportunidad de agradecer de manera especial a tres hombres. Al Hermano Moisés Rueda, MS., y al Señor Paul Dion quienes han estado traduciendo fielmente estas reflexiones cada semana, respectivamente en español y en francés; y al Padre Henryk Przeździecki, M.S., que las publica en internet. Todos ellos hacen que estas reflexiones sean accesibles a tantos de ustedes a quienes yo no puedo alcanzar
Pero en realidad no necesitas ser un lingüista para traducir el mensaje de la Salette. ¡Sólo vívelo!

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