Carta - Páscoa 2024
Santa Páscoa 2024 “Nosso Redentor ressuscitou dos mortos: cantemos hinos ao Senhor nosso Deus, Aleluia”   (Da liturgia) Queridos irmãos, com a chegada da Santa Páscoa, gostaria de chegar idealmente a cada um de... Czytaj więcej
Carta - Páscoa 2024
Santa Páscoa 2024 “Nosso Redentor ressuscitou dos mortos: cantemos hinos ao Senhor nosso Deus, Aleluia”   (Da liturgia) Queridos irmãos, com a chegada da Santa Páscoa, gostaria de chegar idealmente a cada um de... Czytaj więcej
prev
next

Santuários mais visitados

Items filtered by date: fevereiro 2018

quarta-feira, 14 fevereiro 2018 08:42

Novo Conselho Provincial da Polonia

No dia 5 de Fevereiro de 2018 no santuario saletino de Dębowiec começou o capitulo provincial da Polonia, presidido pelo P. Adilson Schio MS. Trinta e quatro (34) delegados participaram do capitulo que elegeu o novo superior provincial e seu conselho. Na foto da esquerda para direita: P. Piotr Ciepłak MS Vigario, P.  Grzegorz Zembroń MS Superior Provincial; P. Jan Kijek MS,Conselheiro. Foram igualmente eleitos os delegados ao capitulo geral:  P. Piotr Cieplak: P. Piotr Szweda; P. Jan Potoplak; P. Maciej Kucharzyk; P. Jacek Pawlowski

Published in INFO (PT)

El Hijo
(Segundo Domingo de Cuaresma: Génesis 22:1-18; Romanos 8:31-34; Marcos 9:2-10)
Al terminar el relato dramático de lo que aconteció sobre una montaña en la tierra de Moria, Isaac salva su vida, aparece un sustituto para el holocausto, y Abraham, que estaba dispuesto a ofrendar la vida de su amado hijo bajo la orden de Dios, es recompensado por su inquebrantable fe. En los tiempos del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento, el lugar donde se creía que Abraham fue a sacrificar a su hijo continuó siendo un lugar venerado. El Templo de Jerusalén fue construido allí.
En nuestra segunda lectura, San Pablo alude indirectamente a otro pequeño monte dentro una distancia fácil de recorrer desde el Templo. El evangelista lo llama Gólgota
Y en una montaña sin nombre, en algún lugar en Galilea, Jesús se aparece en su Gloria, junto con Moisés y Elías.
Toda esta variedad de elementos encuentra su resonancia en otra montaña más, en los Alpes franceses, un lugar llamado La Salette.
En Menoría de la Pasión de Jesús, la Bella Señora lleva un gran crucifijo sobre su pecho. Es el punto más brillante de la Aparición, la fuente de su luz. El martillo y la tenaza, instrumentos de la Pasión, atraen la atención hacia el crucifijo de una manera única.
Recordándonos de la alianza proclamada por medio de Moisés, e invitándonos al firme compromiso de Elías, ella habla como los profetas. (Es interesante notar que en 2 Pedro 1:18, el lugar de la Transfiguración en referido como “la santa montaña”. Nosotros usamos la misma frase cuando hablamos de La Salette)
Finalmente, como Dios hablándole a Abraham, María también hace una gran promesa de esperanza y prosperidad para aquellos que vivirán por fe.
Más importante que cualquiera de estas similitudes, sin embargo, está la palabra Hijo. “Toma a tu único hijo, a quien amas, y ofrécelo a mí en holocausto”; Dios no libró a su propio Hijo, sino que lo ofreció para todos nosotros”; “Este es mi Hijo amado”
Cuando Nuestra Señora de La Salette habla de su Hijo, es para reprocharle a su pueblo por la ingratitud hacia Él y por la falta de respeto por su Nombre. No debemos permitirnos nunca olvidar que su Hijo es el Hijo amado de Dios, entregado por nosotros.
Así como Él está en el corazón de las Escrituras, así debe estar en el corazón de nuestra fe, de nuestra manera de vivir. La Cuaresma es un buen tiempo para preguntarnos si es realmente así.
Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.

Published in MISSAO (POR)

Santificado sea…
(Tercer Domingo de Cuaresma: Éxodo 20:1-17; 1 Corintios 1:22-25; Juan 2:23-25)
Cada vez que recitamos la Oración del Señor, decimos, Santificado sea tu nombre. Esto se nos presenta como una preocupación por Nuestra Señora de La Salette, en dos contextos distintos. Primero ella expresa su tristeza por el mal uso del nombre de su Hijo. Luego, ella anima a los niños a decir por lo menos un Padre Nuestro y un Ave María en sus oraciones por la noche y por la mañana.
Es también una manera de hacernos recordar el Mandamiento: No tomarás el nombre del Señor, tu Dios, en vano.
De manera interesante, la noción de “santificar” se presenta en el próximo mandamiento: “Acuérdate del Sábado para santificarlo (consagrarlo)”. Nuestra Señora nos recuerda del mismo modo este mandamiento. “Santificar” y “Santo” son lo que los lingüistas llaman palabras relacionadas. Como “fortalecer” y “fuerte”, una es el verbo y la otra es un adjetivo para expresar la misma idea.
En el Evangelio, Jesús estaba enojado porque el Templo, la casa de su Padre, se haya convertido en un mercado. El mismísimo lugar que contenía el Santo de los Santos no se mantenía santo. Los mercaderes de los animales para el sacrificio se habían olvidado de la palabra de Dios a Salomón "Yo he santificado esta casa que tú has edificado, para poner mi nombre en ella para siempre; y en ella estarán mis ojos y mi corazón eternamente. (1Reyes 9:3).
La lectura de San Pablo viene del primer capítulo de la Primera Carta a los Corintios. La carta comienza con Pablo dirigiéndose a “la iglesia de Dios que está en Corinto, a ustedes que han sido santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos”. Al comienzo mismo de la carta se establece el tema de la mayor parte de lo que continua. Más tarde en la misma carta escribe: “El Templo de Dios, que son ustedes, es santo”
Sin usar estas palabras, María con seguridad tiene la misma noción en su mente cuando habla de “mi pueblo” no hay duda de que ella se refiere al pueblo rescatado por su Hijo, llamado a ser “una raza escogida, un sacerdocio real, una nación santa, el pueblo de su herencia” (1Pedro 2:9)
Jesús nos enseñó a rezar, “Santificado sea tu nombre”. Esta es una promesa para santificarlo nosotros mismos. En ese mismo espíritu de compromiso podríamos añadir:
Santificado sea tu día;
Santificada sea tu casa;
Santificado sea tu pueblo.

Published in MISSAO (POR)

En Paz con Dios
(Primer Domingo de Cuaresma: Génesis 9:8-15; 1 Pedro 3:18-22; Marcos 1:12-15)
El sustantivo “arco” aparece 77 veces en el texto hebreo del Antiguo Testamento. Siempre se refiere a un arma de guerra, aun en la primera lectura de hoy. Pero Dios dice que pondrá su arco en las nubes como un recordatorio de la alianza entre Él mismo y la humanidad, una alianza de paz.
Después del diluvio, Dios había hecho una promesa: “Nunca más volveré a destruir a los seres vivos como lo he hecho”. Él estaba entonces renunciando a la violencia con la que había aniquilado a todos, excepto a ocho personas sobre la tierra.
Esto explica el porqué de este pasaje del Génesis es la primera lectura en la Misa de la Fiesta de Nuestra Señora de La Salette. Uno podría preguntarse si el Obispo de Bruillard tenía este mismo texto en mente cuando escribió a cerca de los Misioneros de Nuestra Señora de La Salette: “Su institución y existencia serán, así como el Santuario, un monumento eterno, un recuerdo perpetuo, de la misericordiosa aparición de María.”
Hay muchos pasajes de la Escritura después del relato de Noé, en los cuales Dios lucha con las armas de su pueblo, y el Salmo 24 dice que Dios es “poderoso en los combates”; pero el Salmo 46 presenta una imagen diferente. Dios “elimina la guerra hasta los extremos del mundo; rompe el arco, quiebra la lanza … (Diciendo) Ríndanse y reconozcan que yo soy Dios.”
“Ríndanse” puede variablemente ser traducido como soltar, parar, desistir. No es tanto una invitación a quedarse quietos como una llamada a volver atrás ante los hechos de guerra y violencia”
“Reconozcan que yo soy Dios” significa darnos cuenta, reconocer y, sobre todo, respetar a Dios. Este es un elemento importante en las palabras de la Bella Señora. Ella dos veces se lamenta del mal uso del nombre de su Hijo y de no dar a Dios la adoración que le corresponde.
Hoy, el Evangelio de Marcos no da detalles acerca de las tentaciones de Jesús en el desierto, pero sabemos de ellas por medio de Mateo y Lucas; allí encontramos que Jesús es muy firme en cuanto a la importancia de adorar solamente a Dios.
Existe siempre la tentación de olvidar quien es Dios y quienes somos nosotros. Esto no quiere decir que nosotros no seamos importantes. Al contrario, Dios nos dice, “Yo, el Señor, soy tu Dios... tu eres valiosos a mis ojos” (Isaías 43:3-4). Estamos destinados a estar en paz con Dios. Ese es el mensaje que está en el centro mismo del mensaje de La Salette.
Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.

Published in MISSAO (POR)

Un Toque Reconciliador
(Sexto Domingo del Tiempo Ordinario: Levítico 13:1-2 y 44-46; 1 Corintios 10:31-11:1; Marcos 1:40-45)
San Pablo parece que se vanagloria cuando escribe, “Sean mis imitadores, como yo lo soy de Cristo” Pero ocurre que él fue, de hecho, un buen modelo de discipulado, y todos nosotros de igual modo estamos llamados a ser imitadores de Cristo, haciendo todo para la gloria de Dios.
Hace muy poco me encontré con una mujer que tenía una escultura de madera, un regalo de una Hermana misionera. Fue esculpida por un enfermo de lepra, quien se la dio a la Hermana como un regalo especial de reconocimiento y gratitud, porque ella fue la única persona que lo había tocado. Ella era una imitadora de Cristo al modo como lo vemos hoy en el Evangelio.
Su toque produjo más que una sanación física. Algo que seguramente no esperaba, tal vez hasta sorprendente, y por lo tanto un singo poderoso, un ejemplo a imitar. Era un toque sanador y reconciliador.
Normalmente nosotros pensamos en la reconciliación como el acto restaurador de una relación entre personas separadas por alguna gran ofensa. Es, como sabemos, una palabra clave en el vocabulario de los Misioneros de La Salette, las Hermanas y los Laicos, todos los que deseamos ser reconciliados con Dios y ser incorporados plenamente al Cuerpo Místico de Cristo.
¿Y cómo esto se aplica a la lepra? Aparte de dos ejemplos claros (Miriam en Números 12 y Giezi en 2Reyes 5), no había ninguna ofensa asociada a la enfermedad.
El hecho reside en que, por ley, como leemos en Levítico, lo leprosos vivían en un estado de apartamiento. Impuros, no podían tener asociación con otros, y cualquiera que entraba en contacto con ellos se hacía impuro también, aunque solamente por un corto tiempo. En este caso dicha situación fue revertida. Por un toque el leproso fue restablecido a la salud y a una vida normal. Podía de nuevo entrar en el templo. Su separación se terminó. Era un acto de reconciliación.
En los años 60 del siglo pasado, los Misioneros de Nuestra Señora de La Salette fundaron una leprosería en Birmania. El P. William Doherty escribió: “Nosotros establecimos una leprosería para mucha gente afectada por esta temida enfermedad – gente hasta ese momento indeseada y abandonada” Esto era algo que perfectamente concordaba con nuestra misión de reconciliación. Estas personas, desafortunadamente, no podían ser reestablecidas para estar con sus familias. Pero su separación total se terminó
No solamente el pecado cometido y la ofensa hecha, pero cualquier forma de enajenación, claman por un toque reconciliador.
Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.

Published in MISSAO (POR)
Sign in with Google+ Subscribe on YouTube Subscribe to RSS Upload to Flickr

Login >>> ELENCHUS

Go to top