Carta - Páscoa 2024
Santa Páscoa 2024 “Nosso Redentor ressuscitou dos mortos: cantemos hinos ao Senhor nosso Deus, Aleluia”   (Da liturgia) Queridos irmãos, com a chegada da Santa Páscoa, gostaria de chegar idealmente a cada um de... Czytaj więcej
Carta - Páscoa 2024
Santa Páscoa 2024 “Nosso Redentor ressuscitou dos mortos: cantemos hinos ao Senhor nosso Deus, Aleluia”   (Da liturgia) Queridos irmãos, com a chegada da Santa Páscoa, gostaria de chegar idealmente a cada um de... Czytaj więcej
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¡Ay!
(Quinto Domingo de Pascua: Hechos 9:26-31; 1 Juan 3:18-24; Juan 15:1-8)
Después de que Saulo encontrara a Jesús en el camino a Damasco, se quedó ciego y tuvo que ser llevado de la mano hasta la ciudad. El Señor envió a un cierto Ananías para orar por él y devolverle la vista. Ananías objetó, “He oído hablar muchas veces de ese hombre, del daño que causo a tus santos”; pero Jesús respondió, “Yo le mostraré lo que tendrá que sufrir por mi nombre”
En nuestra primera lectura vemos a lo que se refería Jesús. Saulo al principio es rechazado por los Cristianos de Jerusalén; y una vez que fue aceptado por ellos, el antiguo perseguidor se convierte en perseguido y tiene que huir.
Saulo, más tarde conocido como Pablo, va a seguir adelante produciendo frutos de gracia. Pero, como una rama nueva de la vid de Cristo, tiene que ser podado. ¡Ay! ¡Eso sí que duele!
Nadie puede afirmar que disfruta de esta parte del discipulado, pero no se puede evadir. En el mensaje de Nuestra Señora de La Salette, sus primeras palabras después de llamar a los niños cerca de ella son, “si mi pueblo no quiere someterse…” ¿Someterse? ¡Ay no! Gracias.
Pero cuando San Juan nos dice que debemos amar de verdad y con obras, ¿acaso no está diciendo lo mismo? Es muy fácil evocar palabras amorosas, pero poner el amor en práctica nos plantea serias exigencias. Tenemos que amarnos los unos a los otros como Jesús nos lo ordenó.
Jesús nos presenta el mismo pensamiento de una manera muy diferente: “Permanezcan en mi como yo permanezco en ustedes… el que no permanece en mi es arrojado fuera como el sarmiento y se seca… arrojado al fuego”. ¡Ay!

Era claro para Nuestra Señora que su pueblo no había permanecido en su Hijo. Como cualquier madre que ve a sus hijos no viviendo en armonía, ella sintió dolor a causa de esa situación, y decidió hacer algo al respecto, con el fin de aliviarles el sufrimiento.
En el mensaje de nuestra Reina celestial, hay mucho que puede causar pena y remordimiento. Todo quiere ser medicinal, su propósito es la sanación.
Estamos en el tiempo de Pascua, pero ¿han notado que el Salmo responsorial es el mismo del Domingo de Ramos? Hoy tenemos la jubilosa conclusión de ese Salmo, qué contraste con el grito de desesperación del comienzo. Otro Salmo lo pone más conciso, “Por la noche las lágrimas, pero con el alba nos llega el regocijo”
Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.

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sábado, 14 abril 2018 02:33

O 32º Capítulo Geral

O 32º Capítulo Geral iniciou suas deliberações em Las Termas de Rio Hondo - Argentina.moovie

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Pertenencia
(Cuarto Domingo de Pascua: Hechos 4:8-12; 1 Juan 3:1-2; Juan10:11-18)
Este es el Domingo del Buen Pastor. Cada uno de los tres años del ciclo litúrgico – el cuarto domingo de Pascua – en el que escuchamos una porción diferente de Juan 10, donde Jesús se llama a si mismo Pastor.
“Yo conozco a los míos y lo míos me conocen” dice Jesús, este es el fundamento de confianza para aquellos que le siguen. Ellos saben que son suyos; él nunca los abandonará. El Pastor y su rebaño se pertenecen el uno al otro. Cuantas veces Dios promete, “Yo seré su Dios, ustedes serán mi pueblo.
En su primera carta, San Juan usa una figura diferente: “Ahora somos hijos de Dios” Esto también es una invitación a confiar.
“Acérquense hijos míos, no tengan miedo” Nuestra Señora de la Salette hace de Maximino y Melania sus propios hijos, y por medio de ellos también hace lo mismo con todos nosotros, somos aquellos a los que ella llama “mi pueblo.” Ella es nuestra y nosotros suyos. Los niños primeramente estaban asustados, pero luego se acercaron a ella con una perfecta confianza. Aunque mucho de lo que ella les dijo no era agradable al oído, no les inspiró miedo.
San Pedro en su discurso urge enérgicamente a sus oyentes a que pongan su confianza en Jesús. “No hay salvación por medio de nadie más; bajo el cielo, no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos.»
En el rito del bautismo de niños, el sacerdote se dirige al niño con las palabras, “La comunidad Cristiana te recibe con gran alegría. En nombre de la comunidad te entrego a Cristo nuestro salvador con la señal de su cruz” El niño y el Salvador se pertenecen el uno al otro, así también el niño y la comunidad cristiana. Esto significa que cada uno puede esperar algo de parte del otro.
En los Evangelios, Jesús nos dice que las personas de fe deben esperar que Dios oiga sus oraciones, En Hebreos 4:16 leemos: “Acerquémonos con confianza al trono de gracia para recibir y encontrar la gracia de una ayuda oportuna”. (A propósito, este versículo, solía usarse como introito para la Misa en honor a Nuestra Señora de La Salette)
Entregados a Dios, le pertenecemos y le debemos obediencia y respeto. Esto no es una cosa tediosa. Es parte de la confianza que colocamos en el Buen Pastor.
Pertenecemos al rebaño de Cristo, a los hijos de Dios, al pueblo de María. ¿Por qué habríamos de temer?
Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.

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Realidades de la Vida
(Tercer Domingo de Pascua: Hechos 3:13-19; 1 Juan 2:1-5; Lucas 24:35-48)
San Pedro adopta una actitud conciliadora cuando se dirige a aquellos que crucificaron a Jesús: “Ustedes actuaron por ignorancia” Y les ofrece la posibilidad de que sus pecados sean borrados.
San Juan escribe algo parecido para la comunidad cristiana. El da por hecho de que van a pecar, y les asegura que tienen un abogado, Jesús, quien no solamente va a defender su causa, sino que es él mismo la expiación de sus pecados.
Pedro y Juan no están ni remotamente sugiriendo que está bien pecar. Eso sería como decir que es correcto tomar veneno mientras se tenga el antídoto.
Continuando con la analogía de la salud, es una realidad de la vida que la gente sí que come cosas que son dañinas o dejan de lado cosas que son buenas. Los diabéticos pueden sentir que es muy difícil resistirse a los dulces; personas con sobrepeso pueden no querer hacer ejercicio. Así, también un “pecado atractivo” puede tener un tremendo poder sobre nosotros.
Pedro y Juan eran realistas. Ellos entendían la naturaleza humana, y reconocían que el pecado es una realidad de la vida. Ellos también se habían dado cuenta que el pecado no debería desembocar en la desesperación. Pedro sabía de esto por experiencia personal. Él había negado a Jesús. Y después lo proclamó a todo aquel que quisiera escucharlo.
La ignorancia y la duda son también realidades de la vida. En el evangelio de Lucas, Jesús tuvo dificultades al intentar convencer a sus discípulos que era realmente él el que estaba de pie allí, y al final se los demuestra comiendo un trozo de pescado asado. Al mismo tiempo también hace resaltar el don del arrepentimiento para el perdón de los pecados.
En La Salette, María es dolorosamente consiente de la realidad del pecado. Su lista de ofensas no es exhaustiva, pero lo suficiente como para indicar la naturaleza de los pecados que son causa de su más honda preocupación. Aquí, también, no hay necesidad de desesperarse. El “Si se convierten” es el punto de inflexión en su discurso.
En todo lo mencionado anteriormente, la promesa se basa en la Pasión y la Resurrección de Cristo. Por eso Jesús dirige la atención sobre sus manos y sus pies, y no sobre su rostro, para verificar su identidad. Por eso la Bella Señora lleva un crucifijo grande. Aquel que venció a la muerte puede sin duda triunfar sobre el pecado.
Sí, el pecado es una realidad de la vida. Pero gracias a Pedro, a Juan, a Lucas y a Nuestra Señora de La Salette, nos hacemos conscientes de otra realidad de la vida, una realidad a la que llamamos esperanza.

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