¡Todo un desafío!
(7mo Domingo Ordinario: 1 Samuel 26:2-23; 1 Corintios 15:45-49; Lucas 6:27-38)
En la Salette, María nos recuerda nuestras obligaciones a la hora de honrar el Nombre y el Día del Señor (La misa y el reposo), de respetar la disciplina cuaresmal, y de rezar. Estas están incluidas en su llamado a la sumisión.
Hay abundante material aquí para un examen de conciencia. Pero el Evangelio de hoy nos ayuda a entender que hacer lo que la Bella Señora nos pide es sólo el principio.
Jesús deja claro que espera mucho más de sus discípulos que la observancia de la Ley. Los mandamientos son el fundamento, no toda la estructura. Algunos de sus oyentes deben haber pensado que estaba yendo demasiado lejos al pedir una actitud pacífica, y hasta sumisa, ante los enemigos. En nuestros tiempos tampoco es fácil aceptar exigencias como estas.
¿Nuestra fe nos hace mejores personas? En la primera lectura encontramos un excelente modelo en David. Su fe en el Dios de Israel nunca se tambaleó. Así que, cuando tuvo la oportunidad de destruir a su enemigo mortal, el Rey Saúl, le mostró misericordia, en lugar de lastimar al ungido del Señor.
Esto es lo que el mundo necesita hoy. Es lo que el mundo siempre ha necesitado, y siempre necesitará. Nunca hubo ni nunca puede haber un exceso de caridad, aquel amor que Dios derrama en nuestros corazones. Nunca será perfecto ni pleno, porque, como dice San Pablo en la segunda lectura, llevamos la imagen terrena del hombre terrenal, Adán.
Sin embargo, no debemos desanimarnos. Nunca estamos por encima del poder perdonador de Dios. Podemos, por la gracia de Dios, llevar la imagen del hombre celestial, Jesucristo.
Al mismo tiempo, no debemos ser autocomplacientes, como si nuestros pensamientos y palabras y acciones no le importaran realmente a Dios. El Señor sabe lo que pensamos, lo que decimos y hacemos, pero también conoce nuestros corazones. Por ejemplo, cuando cumplimos el mandato de Jesús, “Dale a todo el que te pida”, ¿es pura nuestra motivación?
¡He aquí el desafío de ser fieles y tener una fe viva! De todo corazón, oremos con las palabras de la oración inicial de hoy: “Concédenos que llevemos a la práctica en palabras y obras cuanto es de tu agrado”.
Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.