Carta - Páscoa 2024
Santa Páscoa 2024 “Nosso Redentor ressuscitou dos mortos: cantemos hinos ao Senhor nosso Deus, Aleluia”   (Da liturgia) Queridos irmãos, com a chegada da Santa Páscoa, gostaria de chegar idealmente a cada um de... Czytaj więcej
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En Nuestra Propia Lengua

(Domingo de Pentecostés: Hechos 2:1-11; 1 Corintios 12:3-13 O Romanos 8:8-17; Juan 20:19-23 O Juan 14:15-26)

Después de la venida del Espíritu Santo sobre ellos, los Apóstoles entraron en contacto con una audiencia internacional, hablaban en arameo mientras que las personas de diferentes nacionalidades los oían hablar en su propia lengua. Aquello, por supuesto, era obra del Espíritu, una señal única.

¿Acaso no sería maravilloso si esta señal hubiera continuado hasta nuestros días? Pero esta manifestación particular del don de lenguas parece haber sido reservada únicamente para aquel acontecimiento. Hoy los misioneros pasan un largo tiempo aprendiendo idiomas con el objetivo de predicar el evangelio.

En los encuentros internacionales de los Misioneros de La Salette, con frecuencia serví como traductor simultáneo, y estoy bastante consciente de cuán inadecuado aquello a veces puede llegar a ser. Encontrar el giro correcto de una frase en la marcha es un constante desafío.

María habló dos idiomas en La Salette. Comenzó con el francés, y luego en cierto momento se dio cuenta que los niños estaban confundidos. Ella dijo, “Oh ¿no entienden? Se los diré con otras palabras.” El resto del discurso fue en el dialecto local, a excepción del mandato final de “hacerlo conocer.”

Uno pudiera pensar que María debía haber anticipado este problema. Pero, así como la señal de las muchas lenguas en Pentecostés mostraron que el mensaje del Evangelio era universal, la Bella Señora, por medio de la señal de haber usado sólo dos lenguas, demostró que su mensaje del mismo modo no estaba restringido a un solo lugar.

Como el P. Marcel Schlewer, M.S. subrayó, Nuestra Señora de La Salette habló la lengua de su pueblo en más de un sentido. En el dialecto local, de hecho, ella habló de las cosas importantes en sus vidas – las cosechas malogradas, el hambre y los niños que mueren – mostrando que estas cosas también eran importantes para ella. Esta era su “lengua materna” es decir, su manera de hablar como madre. Ella también les habló a sus corazones a través del lenguaje de las lágrimas.

No es sorprendente que los diferentes aspectos de la Aparición de Nuestra Señora de La Salette nos hablen a cada uno de nosotros de maneras diferentes. Después de todo, cada uno de nosotros es único, así podemos afirmar que el Espíritu Santo, como en Pentecostés, hace su obra para asegurarse de que cada uno de nosotros escuche a María “en nuestra propia lengua.”

Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.

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Haciéndolo conocer

(7mo Domingo de Pascua: Hechos 7:55-60; Apocalipsis 22:12-20; Juan 17:20-26)

La mayor parte de la gente no puede recitar el mensaje completo de Nuestra Señora de La Salette, pero siempre recuerdan el comienzo: “Acérquense, hijos míos, no tengan miedo”, y el final: “Ánimo, hijos míos, díganselo a todo mi pueblo”.

Jesús ora en el Evangelio de Juan: “Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te conocí, y ellos reconocieron que tú me enviaste. Les di a conocer tu Nombre, y se lo seguiré dando a conocer”. En el Apocalipsis Jesús mismo es el que da el testimonio que los discípulos habrán de dar.

Un mártir es aquel que da testimonio de Cristo entregando su vida, así como el diacono Esteban. Él fue un verdadero testigo, aunque su sentencia de muerte haya sido provocada por testimonios falsos.

Jesús también ora para que sus discípulos “sean perfectamente uno y el mundo conozca que tú me has enviado.” Puede sonar demasiado cruel decir que los cristianos a veces dan falso testimonio, pero seguro podemos hablar de anti-testimonio.

La Bella Señora habla de esa realidad. ¿Quiénes son esos cristianos, a quienes ella llama su pueblo, pero que muestran tan poco respeto por el nombre del Señor; que no dan a Dios el día que él se escogió para sí mismo; que hacen del domingo un día de la semana como cualquier otro, y de la Cuaresma cualquier otro tiempo del año?

Seamos cuidadosos para no restringir esta reflexión solamente a las palabras que María pronunció.  Como en las Escrituras una lista no está nunca completa, así también, ella bien hubiera podido concluir esta parte de su mensaje con una frase que Jesús usó para referirse a la hipocresía de los Fariseos: “¡Y como estas, hacen muchas otras cosas!” (Marcos 7:13).

Se dice comúnmente que las acciones hablan mejor de que las palabras. Lo mismo se puede decir de la inacción. Así, en el rito penitencial de la Misa, decimos, “He pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión.”

En toda sociedad se valora la integridad. El Salmo 119:104 afirma, “aborrezco el camino de la mentira”. La Salette nos llama a vivir con integridad nuestra fe cristiana. Si queremos hacer que el Evangelio sea conocido debemos vivirlo; cualquier falsedad entre nosotros, o en nosotros, debe ser arrancada y arrojada lejos.

Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.

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Mantenerlo Simple

(6toDomingo de Pascua: Hechos 15:1-2 y 22-29; Apocalipsis 21:10-23; Juan 13:23-29)

Comparado con Lourdes y Fátima, el mensaje de Nuestra Señora de La Salette es extenso y aparenta complejidad. A pesar de todo, es básicamente muy simple.

En los primeros tiempos de la Iglesia, como se describe hoy en la primera lectura, aparentemente la situación se volvió compleja, debido al ingreso de los conversos gentiles al modo de vida y de fe de los cristianos. Algunos estaban convencidos de que los nuevos creyentes debían primero convertirse al judaísmo. En el “Concilio de Jerusalén” como a veces se le llama, se encontró una buena salida, unas condiciones mínimas, tomadas no solamente desde el poder de la razón, o por mayoría de votos. Leemos, “El Espíritu Santo, y nosotros mismos, hemos decidido no imponerles ninguna carga más que las indispensables”.

En La Salette, María seleccionó algunas de estas obligaciones indispensables: oración personal, la santificación del Día del Señor, el respeto por el nombre del Señor y la práctica cuaresmal.

En la iglesia primitiva, se daba por supuesto que cualquiera que llegara a asumir seriamente los requerimientos básicos, no debía detenerse ahí. Es lo mismo en el caso de en La Salette. Es un hecho de la naturaleza humana que, cuando nos conformamos con lo mínimo, en su momento aún eso llega a descuidarse. Lo mínimo es como un fundamento de una construcción, pero un fundamento sobre la cual no se construye nada, tarde o temprano se resquebraja y se desintegra.

En el evangelio Jesús dice, “El que me ama será fiel a mi palabra.” Esta es otra manera de decir lo mismo que más arriba. El amor a Cristo es el fundamento del modo de vivir cristiano, pero “ser fiel a su palabra” es un signo de la autenticidad del amor y de la fortaleza de nuestro compromiso personal con él. Y sin embargo todo es muy simple – seguirlo en el amor, aprender a conocer su voluntad, y buscar cumplirla.

La experiencia enseña que es más fácil decirlo que hacerlo. Es por esta razón que San Pablo en muchas de sus Cartas reprende a los cristianos por sus errores a la hora de entender las implicaciones de su fe. 1 Cor. 13 (“El amor es paciente, es servicial”, etc.) por ejemplo, es tan hermoso en sí mismo que podemos llegar a olvidar que Pablo escribió aquello porque los cristianos de Corinto no estaban haciendo la conexión entre la fe y la vida.

La Salette también nos ayuda a realizar ese mismo tipo de conexión. Bastante simple, realmente.

Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.

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