El Descanso en el Señor
(16to Domingo Ordinario: Jeremías 23:1-6; Efesios 2:13-18; Marcos 6:30-34)
De nuevo es tiempo para detenernos y reflexionar las lecturas de hoy desde una perspectiva saletense.
Jeremías proclama la condenación de “los pastores que pierden y dispersan el rebaño de mi pastizal”. Pero, ¿acaso el rebaño no carga también con la responsabilidad? Las ovejas reales no tienen la culpa de ser ovejas, pero cuando se trata de seres humanos, la figura sólo puede abarcar hasta cierto punto. Nosotros tenemos una conciencia.
En su capítulo sobre La Dignidad de la Persona Humana, el Catecismo de la Iglesia Católica incluye una sección sobre la conciencia. Comienza con una cita del Vaticano II: “El hombre tiene una ley inscrita por Dios en su corazón [...]. La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que está solo con Dios, cuya voz resuena en lo más íntimo de ella”.
Luego presenta la enseñanza de la Iglesia bajo cuatro encabezados. Uno es, La formación de la conciencia. La premisa subyacente es la fe, tal como hoy el Salmista la expresa en el Señor, su Pastor.
En tiempos de la Revolución Francesa, la filosofía de la separación entre la Iglesia y el Estado, bastante lógica en sí misma, desembocó en un serio anticlericalismo. Desde entonces, es posible celebrar en Francia un “bautismo civil” para un recién nacido, el cual es puesto “bajo la protección de las instituciones laicas de la República”.
Tal actitud se dio debido al descuido del pueblo por la Eucaristía, y por la práctica religiosa en general, de la cual María se quejó en la Salette. Su pueblo había perdido el rumbo.
Jeremías es el portavoz de la promesa de Dios: “Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas”. La Bella Señora les ofrece esperanza a aquellos que volverán a su Hijo.
Hoy hay muchos “pastores” compitiendo por la confianza del rebaño. La lista incluye a científicos, gobiernos, psicólogos, presentadores de noticias, etc. Algunos son abiertamente hostiles a la religión. ¿Cómo vamos a lidiar con todo esto?
El Evangelio de hoy ofrece una pista. Jesús les dice a los Apóstoles después de su periplo misionero, “Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco”. Aquello no sucedió, pero el principio es certero. Necesitamos alejarnos algunas veces de las distracciones, para descansar en el Señor que refresca nuestras almas, y para rezar bien.
Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.