Estén Prevenidos
(1er Domingo de Adviento: Jeremías 33:14-16; 1 Tes. 3:12-4:2; Lucas 21:25-36)
La vigilancia es como la atención o la observación, pero añadiéndole un elemento de persistencia y urgencia. Cuando estamos vigilantes, ponemos mucho cuidado en no dejar que algo se nos escape o pase desapercibido. Estamos ansiosos por ver lo que se viene, ya sea algo malo para poder evitarlo, o algo bueno para acogerlo con agrado.
Comenzando veinte versículos antes del texto de hoy, Jesús predice varios acontecimientos terribles, haciendo énfasis en las dificultades que van a provocar. Después de todo aquello añade: “Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación”.
Esto da vuelta nuestras expectativas. ¿Puede el mal ser un presagio del bien? ¿Puede el hambre y los otros problemas mencionados por María en La Salette, por ejemplo, llevarnos realmente a tener esperanza? La respuesta es sí, si nos mantenemos lo bastante vigilantes como para ver no sólo los acontecimientos, sino sus significados.
La gente de los alrededores de La Salette se mantenía vigilante para sentirse segura, pero los signos que observaba tenían que ver con el clima y sus efectos sobre sus cultivos. Sabía que la hambruna se aproximaba. Pero Nuestra Señora resalta el hecho de que su pueblo no llegara a entender la ‘advertencia’, un año antes, con respecto a la plaga en las papas. “Al contrario, cuando encontraban las papas arruinadas, juraban, mezclando el nombre de mi Hijo”.
El Día del Señor puede inspirar esperanza o temor, dependiendo de nuestra actitud. En nuestra lectura de Jeremías (un profeta de fatalidades si alguna vez hubo alguno) encontramos que “aquellos días” están repletos de esperanza y de alegría. En 1era de Tesalonicenses, San Pablo comenta ampliamente sobre esto: Ustedes saben perfectamente que el Día del Señor vendrá como un ladrón en plena noche… No nos durmamos, entonces, como hacen los otros: permanezcamos despiertos y seamos sobrios. (1 Tes 5:2,6).
En nuestra segunda lectura, San Pablo exhorta a los Tesalonicenses, quienes ya están en camino de agradar a Dios, a que “hagan mayores progresos todavía.”
Esta es también una forma de vigilancia. Mientras más intensa sea nuestra relación con el Señor, más podremos llegar ver lo que él quiere. La Salette nos orienta en esa dirección. Lo mismo hace la Iglesia en este tiempo de Adviento. No nos equivocamos a la hora de reconocer que llega la Navidad, pero no debemos dejar de lado su más profundo significado.
Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.