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P. René Butler MS - La Vigilia Pascual - La Tumba Vacía

La Tumba Vacía

(La Vigilia Pascual ofrece siete lecturas del Antiguo Testamento, una del Nuevo Testamento y el Evangelio. La Misa del Domingo de Pascua también tiene opciones para elegir).

Los cuatro Evangelios hablan de las mujeres que van a la tumba el Domingo bien temprano y encuentran a unos ángeles en lugar del cuerpo de Jesús. En Lucas los ángeles les dicen a las mujeres. “¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado”.

La tumba vacía es uno de los símbolos más poderosos en todas las Escrituras, probablemente debido a que una tumba representa normalmente algo tan absoluto, tan final por así decirlo. Cuando Jesús resucito de entre los muertos, obtuvo una doble victoria. Conquistó a la muerte; la muerte ya no es más el final, y por lo tanto ha perdido su poder de inspirar temor. Al mismo tiempo, el venció al pecado de una vez por todas.

En cuanto a nosotros, tenemos que entrar a formar parte de este triunfo por medio de una continua aceptación de la salvación adquirida para nosotros. Esto es más fácil decirlo que hacerlo, lo cual explica el porqué de tantas revelaciones privadas, incluyendo La Salette, que nos atraen hacia la verdad.

Hemos sido liberados. Ya no estamos más en la prisión ni en la tumba del pecado. En Romanos 6, San Pablo escribió: “Sabemos que Cristo, después de resucitar, no muere más, porque la muerte ya no tiene poder sobre Él… Que el pecado no tenga más dominio sobre ustedes”.

El mensaje de La Salette se dirige al pueblo que ha caído bajo el poder del pecado por haberse apartado del amor de Dios. Aun hoy, el titulo de María como la “Reconciliadora de los Pecadores” es validado por los peregrinos que, al visitar los Santuarios de La Salette por todo el mundo, regresan a Dios. Esto no es más fácil hoy como lo era en 1846. Se necesita de una gracia poderosa para convertir un corazón de piedra en un corazón de carne. Pero las lágrimas de María en La Salette pueden ablandar los corazones de aquellos que de otra manera pudieran resistirse a sus palabras.

San Pablo escribe: “La muerte ha sido vencida”; y, en otra parte, “Así también ustedes, considérense muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús”. De esta manera adquirimos una nueva imagen de nosotros mismos. Sí, aun somos pecadores, pero nuestro pecado no nos define.

En cambio, lo que nos define es aquel momento supremo en la vida de Jesús, su resurrección. Su triunfo es nuestro triunfo. Su tumba vacía es nuestra tumba vacía.

¡Aleluya!

Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.

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