Comparar y Contrastar
(3er domingo de Cuaresma: Éxodo 3:1-15; 1 Corintios 10:1-12; Lucas 13:1-9)
En algún punto durante nuestra educación, a la mayoría de nosotros se nos asignó la tarea de analizar las similitudes y diferencias entre dos o más autores, acontecimientos históricos, etc. Yo no puedo resistirme a la tentación de comparar y contrastar La Salette con la lectura de hoy que viene del libro del Éxodo.
Dios dijo a Moisés, “¡No te acerques hasta aquí!”
La Bella Señora dice: “Acérquense, hijos míos”.
Dios dice, “Yo he visto la opresión de mi pueblo... Sí, conozco muy bien sus sufrimientos.”
María entre lágrimas describe el sufrimiento de su pueblo.
Dios; “He bajado a librarlo y a hacerlo subir a una tierra que mana leche y miel”.
María: “Vengo a contarles una gran noticia... Las piedras y los peñascos se transformarán en un montón de trigo.”
San Pablo escribe que lo que sucedió con los ancestros del pueblo judío en el desierto sirve como un ejemplo, una historia con moraleja para los lectores cristianos. Y Jesús, mediante el uso de parábolas, invita a sus discípulos a hacer la comparación y a contrastar sus palabras con sus vidas.
En particular, Jesús hace una comparación entre su audiencia y las victimas de dos catástrofes. “Si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera”.
Esta cita trae a la luz un detalle significativo de la historia de La Salette. El 3 de noviembre de 1874, el P. Silvain-Marie Giraud, Superior de los Misioneros de Nuestra Señora de La Salette, tuvo una audiencia con el Papa Pío IX. El P. Giraud le preguntó qué debería uno creer acerca de los “secretos” de La Salette, que Maximino y Melania habían enviado al Santo Padre—sólo para sus ojos—muchos años antes. Pío IX respondió: “¿Qué pensar de los secretos hijo mío? Esto hay que pensar: que, si no hacen penitencia, todos perecerán”.
Con estas palabras, el Papa indicó que les daba poca importancia a los secretos como tales. Esa ha sido también la postura de los Misioneros de La Salette. Lo que es normativo es el mensaje tal como fue aprobado en 1851 por el Obispo de Grenoble.
Y aquel mensaje puede resumirse con otra comparación, la del Salmo de hoy: “Cuanto se alza el cielo sobre la tierra, así de inmenso es el amor del Señor por los que lo temen”.
Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.