Haciéndolo conocer
(7mo Domingo de Pascua: Hechos 7:55-60; Apocalipsis 22:12-20; Juan 17:20-26)
La mayor parte de la gente no puede recitar el mensaje completo de Nuestra Señora de La Salette, pero siempre recuerdan el comienzo: “Acérquense, hijos míos, no tengan miedo”, y el final: “Ánimo, hijos míos, díganselo a todo mi pueblo”.
Jesús ora en el Evangelio de Juan: “Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te conocí, y ellos reconocieron que tú me enviaste. Les di a conocer tu Nombre, y se lo seguiré dando a conocer”. En el Apocalipsis Jesús mismo es el que da el testimonio que los discípulos habrán de dar.
Un mártir es aquel que da testimonio de Cristo entregando su vida, así como el diacono Esteban. Él fue un verdadero testigo, aunque su sentencia de muerte haya sido provocada por testimonios falsos.
Jesús también ora para que sus discípulos “sean perfectamente uno y el mundo conozca que tú me has enviado.” Puede sonar demasiado cruel decir que los cristianos a veces dan falso testimonio, pero seguro podemos hablar de anti-testimonio.
La Bella Señora habla de esa realidad. ¿Quiénes son esos cristianos, a quienes ella llama su pueblo, pero que muestran tan poco respeto por el nombre del Señor; que no dan a Dios el día que él se escogió para sí mismo; que hacen del domingo un día de la semana como cualquier otro, y de la Cuaresma cualquier otro tiempo del año?
Seamos cuidadosos para no restringir esta reflexión solamente a las palabras que María pronunció. Como en las Escrituras una lista no está nunca completa, así también, ella bien hubiera podido concluir esta parte de su mensaje con una frase que Jesús usó para referirse a la hipocresía de los Fariseos: “¡Y como estas, hacen muchas otras cosas!” (Marcos 7:13).
Se dice comúnmente que las acciones hablan mejor de que las palabras. Lo mismo se puede decir de la inacción. Así, en el rito penitencial de la Misa, decimos, “He pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión.”
En toda sociedad se valora la integridad. El Salmo 119:104 afirma, “aborrezco el camino de la mentira”. La Salette nos llama a vivir con integridad nuestra fe cristiana. Si queremos hacer que el Evangelio sea conocido debemos vivirlo; cualquier falsedad entre nosotros, o en nosotros, debe ser arrancada y arrojada lejos.
Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.