Todo para todos
(Pentecostés: Hechos 2:1-11; Gálatas 5:16-25; Juan 15:26-27, 16:12-15)
Nuestro título para hoy es tomado de 1 Corintios 9:22, donde San Pablo escribe, ´´Me hice todo para todos, para ganar por lo menos a algunos a cualquier precio´´. Pero en comparación con el Espíritu Santo, lo que San Pablo afirma es vacuo.
Después de la segunda lectura hay una ´secuencia´, El poema Veni Sancte Spiritus. Aquí pedimos al Espíritu, “ven a darnos tus dones´´, queriendo decir que todos los dones espirituales vienen de él. En una frase, él es ´´templanza de las pasiones´´ poco después le decimos ´´elimina con tu calor nuestra frialdad. ´´
En nuestras lecturas, lo vemos en la multiplicidad de lenguas en el libro de los Hechos, en los famosos frutos del Espíritu de San Pablo, y en la promesa de Jesús, de que el Espíritu de la Verdad nos guiará a la verdad total. La verdad no cambia, pero su expresión necesita corresponderse con el contexto en el cual se expresa: idioma, cultura, etc. Necesitamos del Espíritu para que aquello se realice.
María vino a La Salette para hablar de la verdad. Hoy me inclino a pensar que la luz en medio de la cual ella se apareció primero – la cual Maximino y Melania compararon con el sol – es como el fuego del Espíritu, que la preparaba para lo que ella estaba por hacer y decir.
Sin usar las palabras de San Pablo, ella habló en dos lenguajes, sobre las obras de la carne (muchas formas de individualismo, alejarse de Dios) y manifestó los frutos del Espíritu en su manera de actuar y en su discurso.
Ella usó de los dones que tenía a su disposición: lágrimas, belleza, ornamentos, súplica (sin miedo de describirse a sí misma como nuestra abogada) honestidad (sin dudar aun hasta en inspirar sentimientos de culpa)
Todo aquello y más, para todo su pueblo, para decirles la verdad que necesitan escuchar, que todavía son amados por el Dios y Salvador al que ellos habían olvidado. Otra cita de San Pablo que es apropiada en este caso: ´´La prueba de que Dios nos ama es que Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores. ´´ (Romanos 5:8). Esta es la razón por la cual Nuestra Señora de La Salette lleva un Crucifijo que resalta especialmente sobre su pecho.
¿Podemos nosotros ser todo para todos? Como María, ¿podemos hablarle de la verdad al mundo? ¿En qué lenguaje (palabras y acciones)? El Espíritu pone muchos dones a nuestra disposición. ¡Usémoslos!
Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.