Llamados desde el nacimiento
(Nacimiento de Juan Bautista: Isaías 49:1-6; Hechos 13:22-26: Lucas 1: 57-77, 80)
Los vecinos de Isabel y su parentela se preguntaban acerca de lo que llegaría a ser su hijo. Ahora sabemos su historia. Su rol era el de ir delante del Señor para prepararle el camino. Era bien consciente de no ser digno. Parece que hasta atravesó por un momento en que sentía que estaba compartiendo el sentir del siervo de Dios en Isaías: “Yo dije: "En vano me fatigué, para nada, inútilmente he gastado mi fuerza".”
Melania Mathieu y Maximino Giraud, fueron, podríamos decir, llamados desde el día de su nacimiento para anunciar el acontecimiento de La Salette. Posteriormente sus vidas se tornaron inestables, en parte porque la gente que los rodeaba pensaba que ellos debían tener un destino vocacional en la Iglesia. Estaban dispuestos a intentarlo, pero ninguno de los dos tuvo éxito.
Partiendo de descripciones contemporáneas de Maximino, él podría haber sido lo que entendemos hoy como autista, incapaz de quedarse quieto. Nunca pudo establecerse en ninguno de los trabajos que buscó y a menudo se encontraba profundamente endeudado. Murió en 1875, tenía solamente 40 años.
Melania era taciturna y extremadamente tímida, pero con el tiempo hubo un cambio en cuanto a su relación con la Aparición, conforme se iba convirtiendo cada vez más en el centro de la atención. Más tarde en su vida, ella publicó uno escritos describiendo su infancia como si fuera una mística, en términos que no tenían nada en común con ninguno de los documentos previos a cerca de la Aparición y sus testigos.
Mi propósito aquí no es el de enfocarme en decir que Melania y Maximino no eran dignos. Nada de eso. Como Juan Bautista, ellos no eran dignos de la vocación que recibieron. Sin ningún mérito de su parte eran destinatarios del favor y del plan de Dios.
Sí, estamos llamados a ser santos. Eso no cambia quienes somos. Los defectos que tenían los niños aportaron credibilidad a sus relatos. En su ignorancia eran incapaces de inventar semejante historia, mucho menos un mensaje como aquel, y en un idioma que ¡apenas conocían! Pero la sencillez, la humildad y la constancia al relatar la historia hicieron de ellos aún más dignos de confianza.
Nadie podría haber predicho con respecto a lo que se convertirían sus vidas después de la Aparición. Pero ahora conocemos sus historias. En el centro de esta historia está el encuentro con lo divino, al que ellos fueron destinados por Dios, y la fidelidad a la misión recibida, a pesar de los defectos que tenían. Los testigos de la Bella Señora son buenos modelos para nosotros.
Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.