Como las Estrellas
(33er Domingo del Tiempo Ordinario: Daniel 12:1-3; Hebreos 10:11-18; Marcos 13:24-32)
¿Te gustaría ser una estrella? El profeta Daniel nos dice cómo: “Los que hayan enseñado a muchos la justicia brillarán como las estrellas, por los siglos de los siglos”.
Por supuesto, si vamos a guiar a otros en la justicia, nosotros mismos necesitamos caminar en ella. ¿Podemos encontrarla por nuestra propia cuenta? No. En el acto de confianza expresado en el salmo responsorial también ponemos nuestra esperanza. “Me harás conocer el camino de la vida”
Esto me trae a la memoria la Consagración a Nuestra Señora de La Salette. La oración concluye pidiendo de ella “iluminar mi entendimiento, dirigir mis pasos, consolarme con su protección maternal, para que exento de todo error, resguardado de todo peligro de pecado, fortalecido en contra de mis enemigos, pueda yo, con ardor e invencible valentía, caminar en los senderos señalados para mípor ti y por tu Hijo.”
El propósito de María al venir a La Salette se resume bellamente en esta oración. Muchos peregrinos en la Santa Montaña expresan el mismo pensar realizando el gesto simbólico de seguir literalmente el sendero por el que caminó la Bella Señora desde donde por primera vez la vieron los niños hasta el lugar en que se puso de pie y habló con ellos, y luego subiendo la colina empinada hasta el lugar desde el cual se elevó en el aire y desapareció de la vista.
Así como el tomar agua de la fuente milagrosa, este movimiento físico realizado en oración es un compromiso de vivir en la luz de La Salette, la cual simplemente refleja la luz del Evangelio.
Mirando el Evangelio de hoy, uno podría estar inclinado a comparar la descripción apocalíptica del final de los tiempos con las advertencias proféticas de Nuestra Señora de La Salette. No es incorrecto hacerlo, pero debemos ir más allá con esa comparación. La esperanza que María ofrece—no sólo con respecto a una abundancia futura sino también con su atento cuidado maternal—es mantenernos en la promesa de Jesús de que “él enviará a los ángeles para que congreguen a sus elegidos desde los cuatro puntos cardinales”.
Ser su elegido no significa que seamos perfectos. Si alguna vez llegamos a ser perfectos será obra del Señor”, porque con una sola ofrenda el hizo perfectos para siempre a los que están siendo consagrados.
El mismo Dios que hizo las estrellas en los cielos, puede hacer estrellas en la tierra. A esos los llamamos santos.
Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.