El Don
(Pentecostés: Hechos 2:1-11; 1 Corintios 12:3-13; Juan 20:19-23)
Jesús les dijo a los discípulos “quédense en la ciudad hasta que sean revestidos con un poder que viene de lo alto” (Lucas 24, 49) Es por eso que ellos “permanecieron juntos en un solo lugar”, pero no podían saber que esperar. Cuando, de repente, muchas cosas sucedieron al mismo tiempo – ¡viento! ¡fuego! ¡la habilidad de hablar en lenguas!
Nosotros hablamos del “don” de lenguas, que no es tanto como un regalo para la persona que lo recibe, sino que es “para algún bien” en favor de la Iglesia. En teología, esta clase de don se llama carisma.
Las apariciones y los milagros son mencionados como “acontecimientos carismáticos” porque son un don para los creyentes y sirven para reforzar nuestra fe o aumentar nuestra devoción y nuestro compromiso, y así son un beneficio para toda la Iglesia.
El carisma de La Salette, fue cuidadosamente estudiado en los años 70s y llego a ser identificado con la Reconciliación. Este don no es propio de La Salette, pero es dado por medio de La Salette de una manera única.
El evangelio de hoy provee una excelente ilustración. Jesús sopla sobre sus discípulos y les dice, “Reciban el Espíritu Santo, a aquellos a quienes ustedes les perdonen los pecados les serán perdonados y a aquellos que no, sus pecados les serán retenidos.”
En los Santuarios de La Salette y en el ministerio saletense en general, se le recuerda a la gente sobre la importancia y el valor del don que es el Sacramente de la Penitencia, como también del don del perdón mutuo y la reconciliación con nuestro prójimo. Así la reconciliación llega a ser el enfoque central.
Pero la Reconciliación no es algo propio de la Salette. Los Misioneros de la Sangre Preciosa, por ejemplo, la ven como su carisma también, pero tampoco les “pertenece” a ellos únicamente. Pertenece a la Iglesia, la cual la recibió cando Jesús reconcilió al mundo con el Padre “Haciendo la paz por medio de su sangre en la cruz” (Colosenses 1:20)
Su carácter de único le viene de una perspectiva diferente, que es el prisma por medio del cual cada carisma es recibido y reflejado. Esto también es un don del Espíritu.
En nuestro caso el don y el carisma de la Reconciliación es filtrado por el acontecimiento, el mensaje y la Bella Señora de La Salette.