Esposa Digna, Fe Digna
(33er Domingo Ordinario: Prov. 31:10-31; 1 Tesalonicenses 5:1-6; Mateo 25:14-30)
El poema de alabanza para una buena ama de casa, ocho versículos en el Leccionario, tiene en realidad veintidós versículos. La mayoría de ellos describe sus logros.
Pero un versículo resalta en su diferencia con el resto. En lugar de decir lo que ella hace, hace un retrato de quien ella es: “Engañoso es el encanto y vana la hermosura: la mujer que teme al Señor merece ser alabada”. Aquí como en muchos otros lugares en el libro de los Proverbios, encontramos el fundamento de una vida digna, sobre la cual todo lo demás se construye.
El fundamento de nuestra vida cristiana es el don de la fe. Cuando esta es débil, no puede abrirse a los otros dones que Dios quiere concedernos.
San Pablo nos dice, “Nosotros no pertenecemos a la noche ni a las tinieblas”. Pero hay ocasiones, talvez, en que lo hacemos. Nuestra Señora de La Salette, apareciéndose en luz, viene a ayudarnos a caminar en las sendas del Señor. Ella es el faro de infalible esperanza; ella lleva sobre su pecho la imagen del Amor Perfecto.
En su discurso ella trata asuntos de fe, particularmente nuestra relación con Dios; pero ciertamente ella no excluye la preocupación por el bien estar de los demás, así lo demuestra con sus lágrimas.
Un día los Apóstoles le pidieron a Jesús que les aumente la fe (Lucas 17:5). Haríamos bien en hacer la misma oración de vez en cuando, por nosotros, por nuestras familias y amigos. Así podremos crecer en la esperanza y especialmente en el amor— el más grande de los dones eternos—convirtiéndonos en más caritativos y amorosos, cosechando lo que Dios ha sembrado en nosotros.
O, para emplear la imagen de la parábola de hoy, tendremos el poder de ser buenos y fieles servidores aun en las cosas pequeñas. Cada uno según nuestra habilidad, y cooperando con la gracia divina, seremos capaces de multiplicar los talentos a nosotros confiados y hacer un retorno digno al Maestro cuando regrese.
Así surgen algunas preguntas: ¿Quién soy yo como creyente, y cómo me coloco mejor al servicio del Señor? Las respuestas varían, pero tienen un fundamento común: fe y esperanza y amor, y gozo constante.
La oración colecta de hoy expresa este pensar de la siguiente manera: “La felicidad plena y duradera consiste en servirte a ti, fuente y origen de todo bien”.
Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.