No destinados para la Ira
(Vigesimocuarto Domingo del Tiempo Ordinario: Sirácides 27:30—28:7; Romanos 14:7-9; Mateo 18:21-35
Cualquiera que quisiera interpretar La Salette como una expresión de la ira de Dios está muy equivocado. Aun así, las palabras de María a cerca del brazo de su Hijo parecieran prestarse e, históricamente se han prestado para tal interpretación.
Sería fútil tratar de negar el concepto de la ira de Dios. Lo encontramos en el Antiguo Testamento. Con todo, e invariablemente es un fenómeno pasajero. Según nuestro Salmo responsorial: “Dios no mantiene su ira eternamente.” En última instancia, como leemos en 1 Tesalonicenses 5:9 “Dios no nos ha destinado para la ira, sino para obtener la salvación por medio de Nuestro Señor Jesucristo”
Sirácides pone a la ira y al enojo como la típica actitud del pecador. ¿Cómo podemos esperar perdón cuando no estamos dispuestos a perdonar? EL Evangelio de hoy trata el mismo punto.
Nuestra Señora dijo a los niños que rezaran por lo menos un Padre Nuestro y un Ave María como su oración de la mañana y de la tarde. Cada vez que decimos la oración del Señor, pedimos a Dios que nos perdone como nosotros perdonamos a los demás. ¡Así nos transformamos en el modo por el cual seremos juzgados!
El perdón es del todo desinteresado. San Pablo nos hace recordar hoy que los cristianos no viven para ellos mismos sino para el Señor. ¿Es posible vivir para el Señor mientras hay ira en nuestro corazón?
Jesús le dice a Pedro que no hay que ponerle límites al perdón. Aun así, nadie afirma que el perdón sea algo fácil. Aquí hay una pequeña oración que yo enseño a las personas que piensan que perdonar es particularmente difícil: “Dios, perdónalos (a él o a ella) tú, porque yo todavía no puedo” Este “todavía” es esencial; significa que si el momento de perdonar llega cuando tu sepas que eres capaz de perdonar, no te niegues a hacerlo.
Lo que encontramos en las lecturas de hoy no es la ira de Dios, sino su justicia. Me viene a la mente la oración que llamamos Acuérdate a Nuestra Señora de La Salette. En la versión actual decimos: “Acuérdate, Nuestra Señora de La Salette… por el cuidado que siempre tienes para mantenerme fiel a tu Hijo”. La versión Original decía: “Recordad, querida Señora de La Salette, del continuo cuidado que Vos habéis tomado para protegerme de la justicia de Dios.”
Estas versiones no son tan diferentes, realmente. Si somos fieles a Cristo, no tenemos nada que temerle a la Justicia de Dios.
Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.