Un Canto Nuevo
(3er Domingo Ordinario: Jonás 3:1-10; 1 Corintios 7:29-31; Mateo 1:14-20)
Comenzamos esta reflexión con la Antífona de Entrada de hoy: “Canten al Señor un canto nuevo, cante al Señor toda la tierra” (Salmo 96:1). Con esto nos ponemos en perspectiva con las lecturas y con La Salette.
En todas las lecturas, hay un cambio trascendental. Los ninivitas le hicieron caso a la predicación de Jonás. Jesús proclama: “El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca”. Cuatro pescadores han abandonado sus redes para seguirlo. San Pablo nos dice; “La apariencia de este mundo es pasajera”.
La Aparición de La Salette fue también una experiencia transformadora, no sólo para Melania y Maximino, sino también para muchos otros miles de personas, llegando hasta nuestros tiempos.
La invitación a cantar un canto nuevo se aplica no al cambio en sí mismo, como si fuera sólo cuestión de novedad. Nos llega siempre en un contexto de alegría y celebración. Algo maravilloso ha sucedido – una conversión, una reconciliación – con sentimientos intensos y nuevos, buscando nuevas expresiones.
Hay muchos cantos en tantos idiomas en honor a Nuestra Señora de La Salette. Pero hay uno que está íntimamente asociado con el Santuario sobre la Montaña Santa en Francia. No hace ninguna mención de la Aparición ni del mensaje. En su lugar es una traducción poética del Ángelus, puesto en música, y que se canta al final de la procesión de las antorchas cada atardecer.
Es conocido como el Ángelus de La Salette, y los peregrinos habituales lo saben de memoria. Es, de algún modo, un canto nuevo para ellos, que les renueva el amor por la Bella Señora cada vez que lo cantan. Una nueva canción que ayuda a eliminar los hábitos viejos y negativos que a menudo intentan reapropiarse de nuestras vidas.
El Salmo de hoy contiene una maravillosa oración: “Muéstrame, Señor, tus caminos, enséñame tus senderos. Guíame por el camino de tu fidelidad, enséñame”. Necesitamos tener nuestros pies firmes sobre el suelo de la verdad de Dios que nos guía. La verdad que nunca envejece.
El canto nuevo va en ambos sentidos. Es para considerar este maravilloso texto de Sofonías 3:17: “¡El Señor, tu Dios, está en medio de ti, es un guerrero victorioso! El exulta de alegría a causa de ti, te renueva con su amor y lanza por ti gritos de alegría, como en los días de fiesta”.
¡Nuestro canto nuevo es el de Dios, y el suyo es el nuestro!
Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.