Tomar la Cruz
(24to Domingo del Tiempo Ordinario: Isaías 50:5-9; Santiago 2:14-18; Marcos 8:27-35)
Muchas veces me he preguntado sobre el cómo la multitud tomó el dicho de Jesús de que sus discípulos deben “tomar su cruz” después de muchas búsquedas fuera de las cinco veces que aparece en los Evangelios, debo concluir que dicha expresión no existe en ninguna otra parte.
Los cristianos entienden esas palabras a la luz de la crucifixión de Cristo. El sufrimiento es parte de la vida; en esto consiste nuestro participar de su cruz.
En La Salette María dice, “Hace mucho tiempo que sufro por ustedes” En el contexto de la Aparición, esto significa la carga que ella asumió para protegernos de las consecuencias del pecado. Pero en el Acuérdate a Nuestra Señora de La Salette, miramos hacia un pasado más lejano: “Acuérdate de las lágrimas que has derramado por nosotros en el Calvario”
Los sufrimientos de la Santísima Virgen María fueron únicos y propios de ella. Podemos decir lo mismo para todos nosotros. Jesús es muy específico. Cada discípulo o discípula debe tomar su propia cruz.
Mirando la vida de los santos, podemos encontrar muchos ejemplos. Algunos han compartido literalmente los sufrimientos de Cristo Crucificado, por medio de heridas físicas en sus manos y pies, o alrededor de su cabeza. Aparte del dolor, a veces soportaron humillaciones de parte de aquellos que los consideraban impostores.
Algunos fueron ridiculizados, perseguidos o asesinados por su fe. Otros experimentaron periodos de insoportable oscuridad espiritual. O se privaron ellos mismos aun hasta de los más simples placeres con el fin de tener alguna participación en la Cruz de Cristo.
Más aun, como Simón de Cirene ayudando a Jesús a llevar su cruz, se entregaron completamente al servicio de los enfermos, de los desamparados, al “hermano o hermana que no tiene nada que ponerse ni comida para el día.
A veces otra persona puede ser una cruz. Me viene al recuerdo de lo que Dorothy Day escribió a cerca de un residente en una Casa del Trabajador Católico: “El es nuestra cruz, especialmente enviado por Dios, y así lo apreciamos.”
El dicho de Jesús acerca de tomar nuestra cruz es tan conocido que hasta podemos olvidar que es un dicho muy fuerte. La Bella Señora, portando el crucifico sobre su pecho – sobre su corazón – nos invita a aceptar con amor sea cual fuere la única cruz personal que estamos llamados a tomar como discípulos de su Hijo.
Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.