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P. René Butler MS - 4to Domingo de Cuaresma - Déjense Reconciliar

Déjense Reconciliar

(4to Domingo de Cuaresma: Josué 5:9-12; 2 Corintios 5:17-21; Lucas 15:11-32)

La segunda lectura de hoy se lee también en la Misa en honor a Nuestra Señora de La Salette, y tiene un valor especial para los Misioneros de La Salette. Describe perfectamente nuestra misión. “Nosotros somos embajadores de Cristo, y es Dios el que exhorta a los hombres por intermedio nuestro. Por eso, les suplicamos en nombre de Cristo: déjense reconciliar con Dios”.

La historia del Hijo Pródigo en el Evangelio ilustra el camino por medio del cual viene la reconciliación. El hijo indigente necesita lo que el padre puede proveer. Es así que decide humillarse a sí mismo y pedir ayuda. Pero el padre también necesita algo. Es una necesidad para él que su hijo esté bien, que sea feliz, que esté seguro. Así que, llegado el momento, el hace de aquello una realidad, recibe de vuelta a su hijo en su casa – y ¡qué gran bienvenida le da!

No podemos reconciliarnos con Dios sin desearlo, si no sentimos la necesidad. Nuestros motivos no tienen que ser perfectos, pero con todo necesitamos humillarnos ante él. Entonces descubrimos que la reconciliación ha estado ahí todo el tiempo, simplemente esperando que la aceptemos. En ese momento también nosotros descubrimos que el Padre desea intensamente nuestro regreso. Podemos decir que él también lo necesita.

Vemos esta realidad en el Sacramento de la Penitencia, hoy más comúnmente llamado el Sacramento de la Reconciliación. En el descubrimos que cuando nosotros estamos listos para regresar, el Padre está listo para darnos la bienvenida.

Hay otras dos parábolas antes del relato del Hijo Pródigo. Estas son la Oveja Perdida y la Moneda Perdida, ambas concluyen narrando la inmensa alegría que hay en el cielo cuando un pecador se arrepiente.

El hijo mayor, que es ahora el único heredero, no tiene nada que perder con el regreso de su hermano, pero, no deseaba ni necesitaba dicha reconciliación. Para él no tenía sentido, parecía algo injusto.

A veces la reconciliación requiere de retribución, enmendar las cosas. Pero estas son dos realidades diferentes. La reconciliación tiene menos que ver con la justicia que con las relaciones entre las personas. El Hijo Pródigo ha perdido su posición como heredero legal, pero la relación vital con su padre ha sido restaurada.

Todo lo relacionado con La Salette tiene que ver con aquella relación vital. ¡Déjense reconciliar con Dios!

Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.

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