Polônia - Capítulo
Capítulo Provincial - Polônia Um novo Conselho Provincial foi eleito a 9 de fevereiro de 2024: Pe. Grzegorz Zembroń, provincial (no centro) Pe. Robert Głodowski, vigário provincial (para a esquerda) Pe. Piotr Grudzień, assistente provincial... Czytaj więcej
Carta do Superior Geral
Natal de 2023 Ano Novo 2024 “Anuncio-vos uma grande alegria: hoje nasceu para vós um Salvador, Cristo Senhor” (Lc 2,10-11) Queridos irmãos, Estou verdadeiramente feliz, juntamente com o meu conselho, por trazer mais uma vez a cada um de... Czytaj więcej
prev
next

Santuários mais visitados

Items filtered by date: janeiro 2020

Um missionário de La Salette-Profeta

Hoje temos a coragem de nos chamarmos profetas? Maria aparece à La Salette precisamente no espírito profético. Maria, como os profetas, ama o seu povo e sofre quando este se afasta de Deus. Como os profetas, a Bela Dama vem para transmitir uma "grande notícia", da qual, no final das contas, Deus é o primeiro autor. Como quase todos os profetas, Nossa Senhora chama todos a conversão.

Repetindo as palavras: "Ide, meus filhos e anunciem isto a todo o meu povo!", Maria nos convida a nos comprometer com essa missão de ser profetas no mundo, missão esta, que ela mesma realizou em sua vida. Sim! Nós devemos ser profetas. Se queremos revisar nossa vocação, se queremos renovar de alguma forma nossa vocação, se buscamos nossa identidade religiosa mais profunda, devemos obviamente redescobrir o caráter profético de nossa vocação. Quem, então, é um religioso-profeta?

Um profeta, antes que ele diga uma só palavra, sempre escuta. O profeta que não escuta, em última análise, não tem nada a dizer. Ele não consegue dar uma resposta significativa, uma resposta divina às perguntas que o mundo coloca. pode tão somente alimentar o mundo com sua ambígua sabedoria, mas é incapaz de dar ao mundo algo mais do que aquilo que cada pessoa pode encontrar sozinha em uma biblioteca pública. Ele pode ser educado, mas ele não é um profeta. Sua profecia é desprovida de conteúdo. Se queremos renovar, reviver nossa vocação, devemos começar a partir da escuta.

Um missionário de La Salette-Profeta, quando ouviu ou quando ouve a Palavra de Deus, é um sinal do Reino de Deus no mundo. Mas é necessário fazer uma pergunta, se esse sinal, que somos hoje, é um sinal claramente definido, claro e visível? Ou se nós, querendo servir ao mundo, nos aproximamos dele de tal forma que apenas alguns poucos nos reconhecem como religiosos? Ao introduzir valores do evangelho em nossas vidas, nos tornamos "o sal da terra", mas qual é o sabor desse sal? Talvez não tenha mais gosto? Ou talvez já tenhamos privado nosso estilo de vida de seu sabor evangélico?

Um missionário de La Salette-Profeta, que já ouviu a Palavra e se tornou um sinal claro para o mundo, também é chamado a realizar concretamente a missão que lhe foi confiada. Geralmente, podemos descrever esta missão com uma frase: "Despertar o mundo". Cada sinal só tem significado se serve para alguém. Portanto, não podemos nos fechar dentro de nossas casas, nos separar do mundo e ser apenas uma provocação. Nós devemos levar a Palavra aos outros. Nós devemos nos tornar as mãos da Divina Misericórdia. Devemos, como Maria e os profetas, com todo o amor de que somos capazes, despertar o mundo, dar-lhe esperança e convidá-lo à conversão.

Caros Confrades. Nossa preocupação com as vocações religiosas deve começar pelo reconhecimento de nossa identidade religiosa profética. Quando Eliseu reconheceu Elias como profeta, ele imediatamente o seguiu, aprendendo com ele o relacionamento com Deus, e não se sentiu atraído pelo fato de "se sentir bem" com o mestre, mas pela grandeza da missão e pela graça de Deus que o acompanhava. Nós também, quando em nossa vocação descobrirmos sua dimensão profética, tornaremos nossa vida e nossa vocação bonitas. E somente então a beleza da missão que nos foi confiada por Deus se tornará atraente para muitos jovens. Tornemo-nos, portanto, profetas! 

Pe. Marcin Sitek MS

Published in INFO (PT)

Debilidad y Poder

(5toDomingo Ordinario: Isaías 58:7-10; 1 Corintios 2:1-5; Mateo 5:13-16)

En muchas culturas, la gente prefiere derramar sus lágrimas en secreto y así no ser vistos por otros. Quizá esto sucede porque las lágrimas son a veces vistas como señal de debilidad. Desde este punto de vista, la Virgen podría decir, junto a San Pablo, “Me presenté ante ustedes débil”.

De hecho, mucho de lo que San Pablo dice en la segunda lectura de hoy podría ser dicho por María en La Salette. Esto es especialmente cierto al llevar ella el crucifijo: “No quise saber nada, fuera de Jesucristo, y Jesucristo crucificado”.

A menudo hemos notado que, según Maximino y Melania, la luz de la Aparición emanaba de aquel crucifijo. En Juan 8:12 Jesús dice de sí mismo, “Yo soy la luz del mundo”. En el Evangelio de esta semana, él nos trae a la memoria que, nosotros también, somos la luz del mundo. Él también nos describe como la sal de la tierra.

Es difícil para nosotros imaginar una sal sin sabor. La Bella Señora habla acerca del trigo arruinado, literalmente, pero la imagen podría aplicarse figurativamente a su pueblo. Cuando fue puesto a prueba, ¿cómo estaba su fe? Se hizo polvo, como las espigas del trigo.

San Pablo declara, “No llegué con el prestigio de la elocuencia o de la sabiduría” y “Mi palabra y mi predicación no tenían nada de la argumentación persuasiva de la sabiduría humana, sino que eran demostración del poder del Espíritu”. En La Salette, María abarcó tanto que hasta habló en patois, el dialecto local, que era típicamente asociado con las clases rurales no educadas, en contraste con el francés que ella usó al principio. Y ella habló de cosas que su pueblo era capaz de entender. 

Venir en la debilidad no es lo mismo que ser incapaz. Significa que el poder que pudiéramos mostrar no es nuestro, sino que viene de Dios. Las sencillas palabras de María tenían poder, poder que fue comunicado a los niños, empoderándoles con el fin de hacer conocer su mensaje. 

Cuán brillante nuestra luz podría resplandecer, citando a Isaías ahora, “Si eliminas de ti todos los yugos, el gesto amenazador y la palabra maligna; si ofreces tu pan al hambriento y sacias al que vive en la penuria”.

Podemos ser empoderados para hacer todo esto y más, pero, hay que recordar siempre, la Gloría pertenece a Dios.

Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.

Published in MISSAO (POR)

Redimidos

(Presentación de Jesús: Malaquías 3:1-4; Hebreos 2:14-18; Lucas 2:22-40)

El autor de la Carta a los Hebreos escribe que Jesús “debió hacerse semejante en todo a sus hermanos”. Hay un texto en Gálatas 4:4-5 que apunta en la misma dirección; Jesús “nacido de una mujer y sujeto a la Ley, para redimir a los que estaban sometidos a la Ley”.

El relato evangélico de la presentación de Jesús en el templo refiere dos veces a la Ley, al comienzo y hacia el final. El requisito legal que José y María estaban cumpliendo se encuentra en Éxodo 13: “Conságrame a todos los primogénitos. Porque las primicias del seno materno entre los israelitas, sean hombres o animales, me pertenecen”. En el caso de los animales más pequeños, el primogénito era ofrecido en sacrificio; un asno podría ser rescatado con una oveja.

El texto añade: “También rescatarás a tu hijo primogénito”. Hay que recordar que Moisés estaba guiando al pueblo de Dios hacia Canaán, una tierra donde el sacrificio de niños no era desconocido. Dios prohíbe expresamente tal sacrificio.

Aquí hay una ironía delicada. Jesús, que vino a rescatarnos, ¡debía el mismo ser rescatado! El redentor tenía que ser redimido – ser comprado y había que pagar por él, por decirlo así – “para redimir a los que estaban sometidos a la Ley” como en la cita anterior.

Esto tiene consecuencias en nuestra vida de fe. La Salette puede ayudarnos a entenderlas.

Tenemos que reconocer el don de la redención que ha sido ganado en nuestro favor. La Bella Señora indica los medios para alcanzar dicha meta: la oración, la Eucaristía, la penitencia, el respeto por el Nombre del Señor y por el Día del Señor. 

Luego tenemos que darnos cuenta de nuestra propia necesidad de redención. María usa el término “someter”. Requerirá de purificación, un proceso a veces doloroso. En la carta a los Hebreos leemos: “experimentó personalmente la prueba y el sufrimiento”. Y el anciano Simeón le dijo a María en el templo, “a ti misma una espada te atravesará el corazón”. (“¡Hace tanto tiempo que sufro por ustedes!” ella dijo en La Salette.) 

Finalmente, como María, debemos acoger al Redentor en nuestra vida. Podemos hacer nuestras las palabras del Salmo de hoy, expresando el deseo de “¡que entre el Rey de la gloria!”

Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.

Published in MISSAO (POR)
segunda-feira, 06 janeiro 2020 06:58

Ano Vocacional - Congregação dos Saletinos

Em 19 de setembro de 2019, no 173º aniversário da aparição de Nossa Senhora em La Salette,

a Congregação dos Missionários de Nossa Senhora de La Salette

iniciou a celebração do Ano Vocacional,

que durará até 19 de setembro de 2020.

 

Published in INFO (PT)

Problemas de División

(3er Domingo Ordinario: Isaías 8:23—9:3; 1 Corintios 1:10-13; Mateo 4:12-23)

Frente a la confusión y la rivalidad que se reflejan en nuestra segunda lectura. Pablo se dirige al corazón del asunto: “¿Acaso Cristo está dividido? ¿O es que Pablo fue crucificado por ustedes? ¿O será que ustedes fueron bautizados en el nombre de Pablo?”

Como podemos ver en este y en varios otros textos del Nuevo Testamento, la desunión entre los creyentes fue un problema constante. Conforme esto sucede, nosotros recién concluimos la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos (18 – 25 de enero) El hecho de que este sea un evento anual es un signo de que el problema, desgraciadamente, aún existe.

La separación, por supuesto, es algo natural. Las personas que se han unido por lazos de afecto puede que se vayan a vivir a ciudades o países diferentes; el voto de ser fieles “hasta que la muerte nos separe”, y así en adelante. Pedro, Andrés, Santiago y Juan dejaron a sus familias para seguir a Jesús. La separación es parte de la vida humana.

La división es diferente. Implica un tipo de separación que tiene una causa distinta, normalmente el conflicto, cuyos motivos parecen ser virtualmente infinitos.

Nuestra Señora de La Salette se refiere a una clase de división en particular, causada por la indiferencia de aquellos a los que ella llama “mi pueblo” para con aquel a quien ella llama “mi Hijo”. Como Religiosos Saletenses y como Laicos, cuando vemos división, sentimos un deseo de hacer que las personas vuelvan y, si es necesario, vuelvan a Dios.

Algunas divisiones son de un carácter religioso específico. Tal como la Bella Señora no podía quedarse indiferente y simplemente dejarnos sufrir las consecuencias de nuestros pecados, igual que San Pablo no podía quedarse indiferente ante las divisiones entre los Corintios, también nosotros sentimos la necesidad de dar una respuesta ante las divisiones y sufrimientos en nuestra Iglesia. Pero también hay muchas situaciones en nuestro mundo y probablemente tocando nuestras puertas, ahí nuestro carisma de reconciliación se torna urgente.

Mateo ve el viaje de Jesús a Cafarnaúm como el cumplimiento de la profecía de Isaías, “El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz”. Respondiendo a su llamado, y al deseo de María de hacer conocer su mensaje, podemos hacer nuestra parte para iluminar la oscuridad.

¿Cómo? Eso depende de la originalidad de nuestro llamado individual, nuestra personalidad y nuestros dones. ¡Hay que ser creativos!

Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.

Published in MISSAO (POR)
Sign in with Google+ Subscribe on YouTube Subscribe to RSS Upload to Flickr

Login >>> ELENCHUS

Go to top